viernes, noviembre 26, 2010

EXPERIMENTADO

Era una tarde gris de esas de otoño, me sentía extrañamente observado mientras caminaba por un bosque cercano a mi casa. Esta sensación aumentaba, algo raro ocurría. De pronto un sonido metálico terminó por alertarme. Inmediatamente me di la vuelta para observar que era el origen de ese ruido. Cuál fue mi sorpresa al encontrar frente a mí un ser inverosímil.

Era un ser irreal, nada de lo que yo conocía podía describir a ese extraño ente. Tenía una forma que recordaba a un artrópodo y, como ellos, poseía seis miembros, cuatro de éstos eran utilizados a manera de tracción, como patas. Sus dos extremidades anteriores estaban liberadas en forma de brazos. Las manos estaban formadas por tres dígitos. Su estatura era mayor a la de un ser humano, tendría algo así como tres metros de altura. A pesar de lo grande su contextura denotaba fragilidad. La piel era de un color cetrino y parecía estar formada por escamas, que recordaban a la epidermis de una víbora. En su cabeza resaltaban dos grandes ojos compuestos, como los de una mosca, con cientos de pequeños lentes que brillaban y parpadeaban con membranas que se deslizaban de atrás hacia adelante a modo de párpados. Contrastando con sus grandes ojos, estaba su boca minúscula y sin labios. No poseía nariz, ni siquiera algo que pareciera un par de narinas. Tampoco existía nada en su cabeza que recordara oídos. Sí tenía sobre su frente una especie de disco membranoso, que no se parecía en nada a la textura de la piel que lo rodeaba. De alguna manera ese disco tenía la capacidad de captar el sonido. En la parte posterior del cráneo existían unas rendijas similares a branquias, que emitían un zumbido, de las cuales no puedo explicar su función. Su torso estaba conformado por grandes placas parecidas a escudos, que recubrían su abdomen y extensiones de lo que parecían unas costillas, de donde surgían espinas, que más que funciones defensivas parecían ser netamente ornamentarías. En lo que concierne al resto del cuerpo se observaba una línea media sobre el dorso donde se veían una gran cadena de protuberancias, como un crecimiento exagerado de sus vértebras, si es que realmente las tuviera.

Él me observaba y movía su cuello de un costado al otro, girando su cabeza como tratando de mirarme como intentado comprender.

- Vengo de muy lejos a estudiar a los habitantes de tercer planeta de este sistema- me dijo con una voz gutural el extraño ser artropoide – Soy eso que ustedes denominarían un extraterrestre.

Aterrado y presa del pánico sin mediar palabras intenté escapar. Mientras corría un zumbido estridente surcó el aire y me hizo tapar mis oídos, por la intensidad y la fuerza del sonido. De pronto, el dolor era tan intenso que me hizo perder el conocimiento. Al despertar no me encontraba más en el bosque, si no en una habitación metalizada, que recordaba a una especie de laboratorio. Brillaban instrumentos con puntas, filos y pequeños engranajes que giraban. Yo me encontraba suspendido en el aire, como contenido por un campo de fuerza. El ser que antes estaba en el bosque se encontraba frente a mí. Tomaba de manera diestra los instrumentos y contemplaba pantallas dónde aparecían símbolos extraños.

Un instrumento se instaló frente a mi rostro y de él salió un objeto punzante que se acercó a mi ojo. Casi con la forma de una aguja se apoyó sobre la superficie de mi globo ocular y comenzó a presionar hasta lograr atravesar mi córnea. Tal fue el terror y dolor que perdí el conocimiento. La inconsciencia permitió que no sintiera las atrocidades que este ser hizo con mi cuerpo que finalizaron en mi muerte.

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