jueves, octubre 19, 2006

DIVAGACIONES

Santiago es horriblemente áspero para la gente que camina, vas por calles que parecen no llevarte a ningún lugar.
Prendí la pipa y comencé a divagar en su humo arborescente. El sonido inhumano de la calle era como una especie de sinfonía automatizante en mis oídos.
Al pasar por el Forestal, tomé la decisión de rodear árboles... durante horas los vi como se disponían a acompañarme en mis asuntos.
Paré, tomé algo de aire y volví al centro, crucé la Plaza de Armas y tomé mi ubicación en el trabajo.
Ya sin pipa me pinté la cara y comencé a vender sonrisas.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me gusto tu escrito, espero podamos vernos en esta HERMOSA ciudad...

Oye... besitos

Anónimo dijo...

Que increible , te leo y medito cuánto tiempo que no camino por el forestal ?, cuánto tiempo que no
me entrego a esas paseos reflexivos creo que la última vez que pense hacerlo fue cuando un poeta un
tanto loco me lo planteo, y no tube la valentía de hacerlo.
Es increible como la ciudad te absorbe, te sumerge en ese existir sin dejarte disfrutar de
las pequeñas y simples cosas que
le dan el veradero sentido a la vida.
Si es que lo tiene?, a veces ni esas simples cosas, te lo enseñan, y pasas tiempo , tratando de encontrarlo , pierdes energia, fuerzas en buscarlo, y puede que un día cualquiera te veas caminando por el forestal, y te reencantes con la vida.
Creo que el forestal me espera .