HUMO

El humo se consumía en una insaciable necesidad de si mismo.
La imagen gritaba en nocturnos augurios de melancolía.
Ella tornaba todo excesivamente sensual con su cigarrillo en la boca.
El humo se contorneaba serpenteante a través del aire, y el inmundo desarrollo mundano, parecía no estorbar sus zigzagueante ser.
Como extraña convocación de algún tipo de divino ser, el humo se convertía en un inmenso instante etéreo de gloria.
Su sustancia más pura se basaba en la más entrañable imaginación.
Todo el tiempo se volvía efímero y sutil.
En un embriagante momento, tan pequeño como la palabra presente que no significaba más que un instante.
Su boca, arma mortal de alucinantes consecuencias, comprometía al mundo en un ente oscuro.
Ella, siempre ella, sumía al mundo en un hermoso momento.
Sólo ella...
Y el humo alucinante que salía de su boca.