miércoles, mayo 10, 2006

NO HAY NADA AQUÍ


Las cosas están terribles, imberbes niños azotan la ventana de mis ojos, y el suspiro de las mujeres con polleras me carcomen el cerebro, destilado de hojas amarillas rodean mi camino y me dejan aspirar el humo inherente de la madera suave de mi pipa, los fantasmas, aquellos de siempre, los míos, esos que son parte de mí, se esconden y me dejan pasar adelante con mi vida, pero tengo terror, el extraño aire de la conveniencia, de la lujuriosa comodidad, de esa comodidad cómplice...
Me siento suavemente controlador de un destino terriblemente incierto. ¿Siempre nos complica lo inesperado?...
Al menos he aprendido a no llorar, pero hay cosas a las que uno nunca termina de acostumbrarse...
La soledad, terrible compañera de inesperadas conversaciones... a veces cuando nadie me ve, te converso, hablo contigo, siento tu suspiro sobre mi pecho, siento el sudor de tu cuerpo sobre el mío, en algunos momentos hasta siento que me acompañas, en ocasiones espero durante horas que aparezcas desde algún rincón para decirme que todo ha sido un mal sueño y que no te fuiste, y que no estas con otra persona y vuelves, sobre mentiras, sobre verdades, poco importa, en un momento ya estás acá y mis brazos te rodena... ¿me besas esta tarde?
El sol se ha escondido y lo que parece terriblemente cierto es que la noche cae despreocupada de mis pensamientos, acá estoy otra vez, con mi pipa que entre aspiradas y aspiradas calienta mi boca e ilumina mi cara, haciéndome soñar que esta noche no estoy tan solo... esa pipa que me engaña... ese aire que me cobija, esas noches eternas de soledad...