miércoles, febrero 25, 2009

ENSEÑANZAS DE ICARO


Como siempre me dedique a preparar altares de dioses del ocaso, nuevamente tributé mi corazón a simples postores que manoseaban lo que queda de cariño.
Malditos me llevan a desangrarme, yo quería ser así, puro, simple, lleno de sueños y las enseñanzas hacen caer mis alas.
Ícaro bendito que me habéis gritado el resultado esperado.
La tajante caída, desarmado, bajo un cielo que crepita con sus estrellas. Mi cuerpo se estrella con el suelo y escupo sangre y orgullo.
Ahí en el fondo me desparramo, mis alas ya no están y el cielo se ve infinitamente lejano...
Me acurruco, casi como rezándole a un dios inexistente o tal vez ciego, sordo y mudo.
Le ruego, suplico, le exijo... y siento ese silencio eterno, avasallador, terrible... pero siempre tan mío.
Guardo un silencio sepulcral, y escucho el danzar monótono de un anquilosado corazón que llora.