martes, noviembre 21, 2006

VENENO

Otra vez parado en esta posición casi estática de remordimientos psicodélicos.
Las torturas continuas de un veneno propio que se esparce en mi mente, ese terrible gusto amargo de la perdida total... y la peor revisión posterior de la derrota anunciada.
Los hechos, siempre nos basamos en ellos, para caer en la respuesta lógica de un final anunciado... como García Márquez, todo es una crónica de una muerte anunciada.
Los suspiros abandonados en las almohadas susurran mis sueños llenos de malas intenciones.
En mis esquinas oscuras se levantan demonios que exigen que ruede una cabeza...
Pero ese maldito altruismo narcisismo que me embarga me lleva a perdonar... me odio por eso...
La terrible necesidad de repartir venenos, escupir en caras y simplemente patear cabezas en el suelo, se ven atrapadas en golpes oscuros a recónditos lugares de mi mente...
Tus recuerdos apilados sobre altares de madera tierna, sucumbieron a tu ostentosa renuncia de lo vivido...
Avergonzada de que paso, volviste a descreer de ese amor que vivió en las extrañas paredes de este lugar.
Así dejaste mis entrañas esparcidas por el suelo, las pisoteaste y sin resquemor alguno volviste sin mirar atrás...
Otros brazos esperaban tu mirada...
Y nuevamente me quedé bebiendo copas de mi propio veneno...
maldiciendo, la eterna soledad de tus dañinos recuerdos...

viernes, noviembre 10, 2006

CEMENTERIO

Ciertamente la ventana está cerrada.
Las personitas se mueven tras ella y me observan, sonrío y grito, a veces les hablo y sueño con ellos.
Las personitas se pasean y comparten sus sueños... a veces se acercan y me conversan sobre lo mágico que es que el mundo se mueva a su alrededor, en extrañas necesidades de su propio narcisismo vuelcan sus ideas sobre mí...
Sí, sabré perfectamente como ayudarte, déjame mostrarte las necesidades terribles que el mundo tiene de ti, déjame mostrarte lo que es sentirse adulado... mis manos llenan tu cabeza con laureles... muevo al mundo para que gire en torno a vos...
Las problemáticas cotidianas se esconden y surgen del suelo infinito altares que te elevan.
Tu vida está arreglada, las cosas viven por vos y para vos... yo me encuentro como un taciturno siervo a tus pies.
Yo te he dado mi vida en sacrificio... y tu llenaste mis párpados de ataúdes.
Así es todo, así es siempre...
Escondido tras mi eterno cementerio te digo adiós.